Me molesta que me hablen cuando tengo las manos ocupadas
-Eh... estooo... yo no tocaría eso.
-Oye, no necesito que me digan como tengo que hacer mi trabajo.
-No no, si no pretendo ofenderte ni nada solo que bah, no se, le tengo bastante aprecio y todo eso...
-Me lo supongo, tu tranquilo que yo se lo que me hago.
-Bueno...
-¿Bueno que?
-No nada, nada tampoco quiero criticar.
-Hombre, pues llevas haciendolo media hora, más o menos desde que empecé. Y no tienes ni idea de lo mucho que me molesta que me hablen cuando tengo las manos ocupadas.
-Es que no voy a ser objetivo en este caso. ¿Puedo expresar mi opinión, no?
-Pues la verdad es que no deberías.
-Oye que tampoco he dicho que seas un patán ni nada de eso, pero bueno que si me permites te puedo decir yo lo que falló y ya está.
-Ya, mira, muy bien pero aquí yo soy el profesional y confio en sacar mis propias conclusiones.
-Tu sabrás.
-Por supuesto.
-Pero si tienes dudas pregunta ¿eh?... Coño, un poco de cuidado que eso es frágil.
-Dios, oye ¿tu cuando llevabas el coche a arreglar también te quedabas detrás de la oreja del mécanico para criticarle?
-No es lo mismo, pero bueno siempre me gusta saber como tratan mis cosas.
-Bueno si que es lo mismo, o parecido, vamos, de todos modos es molesto...
-Pues echame, je.
-Que gracioso...
En ese momento se abrió la puerta del fondo de la sala y la cabeza del Doctor Gullian asomó timidamente:
-Eh Robledo, ¿que tal la autopsia? ¿has sacado algo en claro?
-Si, que era un pesado de cojones...
-¿Perdona?
-Nada, deja.
-Eh, vale... te veo más tarde
La puerta se cerró después de que la cara de un despistado Gullian desapareciera tras ella.
-Oh, que simpático eres. "Un pesado de cojones", mira como me rio.
-No te muevas anda.
d.c.r.