Manual de Usuario de las catástrofes extremas (Disponible en diferentes formatos) Es un hecho poco conocido el que toda catástrofe, ya sea de índole natural o presuntamente generada por un elemento humano, en realidad está producida por factores ajenos a la misma.
Se presupone que alguien con un particular sentido del humor, y todo sea dicho unos medios admirables, decidió situar en el planeta dos elementos con una única función: Alterar todo orden y estructura si ambos se complementan.
Es difícil aventurar la forma que pueden tener estos elementos. Estudios y estadisticas varias han corroborado que pueden manifestarse adoptando cualquier tipo de apariencia y composición: desde una simple molécula hasta un organismo pluricelular, pasando por elementos tan curiosos como una tostada o un cubrecamas. Esto último ha desconcertado bastante a los estudiosos del tema.
A grandes rasgos:
-Elemento A -Elemento B
A + B = Desastre.
En China 800.000 personas fueron devoradas por la tierra en 1556. Lo que ninguna de estas personas sabía realmente es que el terremoto estaba muy poco relacionado con la inestabilidad de las placas tectónicas (un mero elemento de distracción, para justificar el incidente) sino con la colisión de los elementos a y b, que en ese caso eran una parejita adorable de perritos en época de celo.
En el Caribe en 1780 un huracan le dio alas a 22.000 isleños (cosa que ninguno agradeció), Curiosamente alguien había declarado esa misma mañana que "No tira aire, hace un día estupendo". Elemento a: Una gaviota, elemento b: presumiblemente un pescado.
En Armenia la improbabilísima colisión de dos granos de arena muy especiales provocaron un desplazamiento de tierra que le sentó muy mal a 100.000 personas, era 1988.
La lista es interminable: ciclones, inundaciones, guerras, fugas radioactivas, plagas de insectos... Todos estudiados y referenciados, en todos ambos elementos habían demostrado estar presentes y en principio parecían ajenos a la catástrofe en cuestión.
Lo que nos lleva a centrarnos en nuestra historia:
Supongamos que el elemento A se llama Angel y es metereologo, madrileño de nacimiento.
Ahora bien, en este caso el elemento B se llama Ana y es cordobesa, pero debido a su trabajo en un departamento de riesgos laborales se acaba de trasladar recientemente a la capital.
La primera vez que ambos coincideron fue un lunes por la mañana en un cafeteria. Se miraron fugazmente.
Al día siguiente el periodico sentenciaba que la explosión que se llevo por delante a camarero y clientes aún no estaba justificada pero entre otras posibilidades se barajaba la posibilidad de una fuga de gas o un atentado terrorista.
D.C.R. :
Ha decidido que la vida es más trágica sin caperucitas ni lobos y pretende perderse de nuevo en el bosque a robar cestas a desorientadas niñas, o niñas a confiadas cestas.