Cierra la puerta al salir, anda.
Juan tenía muy mal genio.
La discusiones con su mujer eran de órdago.
El siempre acababa gritando a la hora de comer.
En aquel momento había tirado la comida y le insultaba.
Ella se sentía muy avergonzada delante del resto de personas.
Juan se levantó de su asiento y se marchó gruñendo por el pasillo.
Ella estaba realmente ruborizada ante las miradas de todos.
Juan abrió con dificultad la puerta y dijo que no volvería.
Ella hubiese deseado que no la hubiese abierto.
El resto de pasajeros del avión, también.
Realmente ninguno volvió.
d.c.r.