Artistas malditos: Henry Miller
Escritor odiado y alabado por igual. Sus libros se traían de Francia como souvenirs escondidos cual sustancias ilegales. Y en cierto modo lo eran, sobre todo tras estar prohibidos en EH EH UH UH durante treinta años y siendo defendido tan solo por algunos de los escritores contemporáneos de la época.
Trópico de cancer (1934) y Trópico de capricornio (1939) solo se editaron en París en un principio, su lectura era clandestina y sus contenidos hablaban sobre la experiencia del mismo Miller, sumergido en un modo de vida bohemio, anárquico y en el que el sexo como necesidad suprema e inevitable, de la que hablaba con total naturalidad y de forma tremendamente explícita, fue el motivo por el cual esas letras causaron tal revolución.
Su mundo está lleno de putas, de auténticas vaginas andantes, de extraños compañeros de habitación, de pensamientos dispares y extremos, de engaños matrimoniales y camas de desconocidos.
Lo bonito era que el decía lo que muchos pensaban y nunca se hubieran atrevido a decir. Mas humano imposible. Incluso Paulo Coelho reconoció lu mucho que había influido en el (en su vida más bien) la lectura de Trópico de cáncer.
Miller ganó tras mucho batallar a los censores de su país y obtuvo reconocimiento por su antes infame obra. Artista maldito, estaba loco o era un genio, pero entre lo extraño de sus andanzas se encontraban ciertas perlas que hacían que fuese fácil reconocer su grandeza.
"Con los refinamientos propios de la madurez, los olores fueron esfumándose para quedar sustituidos por otro olor, el único claramente memorable y placentero: el olor a coño. Y, de un modo muy especial el olor que queda en los dedos después de magrear a una mujer, pues, no se si se habrá observado antes, pero ese olor es más grato incluso, quizá porque ya llevaba consigo el perfume del pretérito, que el propio olor a coño. Pero ese olor, que corresponde a la madurez, es un olor tenue comparado con los olores vinculados a la infancia. Es un olor que se evapora casi tan rápidamente en la imaginación como en la realidad. Se pueden recordar muchas cosas de la mujer que ha amado uno, pero es difícil recordar el olor de su coño… con alguna certeza. En cambio, el olor a cabello mojado, a cabello mojado de mujer, es mucho más fuerte y duradero… por qué, no lo se."
"Mientras tanto, la otra está esperando. Vuelvo a verla sentada en el porche bajo esperándome, con sus grandes y dolorosos ojos, su pálido rostro y temblando de anhelo. Siempre pensé que era compasión lo que me hacía volver, pero ahora, al caminar hacia a ella y verle la mirada en los ojos, ya no se lo que es, sólo iremos a dentro y nos tumbaremos juntos y ella se levantará medio llorando, medio riendo y se quedará muy callada y me mirará, estudiándome mientras me muevo de una lado para otro, y sin preguntarme que es lo que me tortura, nunca, nunca, porque ésa es la única cosa que teme, la única cosa que tiene miedo a conocer. ¡No te amo! ¿es que no me oye gritarlo? ¡No te amo! Una y mil veces lo grito con los labios cerrados, con odio en el corazón, con desesperación, con rabia impotente. Pero las palabras nunca salen de mis labios. La miro y me quedo mudo. No puedo hacerlo… Tiempo, tiempo, tiempo inacabable en nuestras manos y nada con que llenarlo salvo mentiras."
Henry Miller, Trópico de capricornio, textos seleccionado por Dolordebarriga
En 1980, trás haber conseguido que el sexo tuviese otra forma en la literatura, Miller falleció. De seguro que él mismo esperaba que el cielo (o el infierno) fuese un inmenso puticlub.
d.c.r.