Autobiografia Como no me quedaba tabaco, y siendo consciente de lo que hacía, cogí un petardo.
Me lo puse en la boca, encendí la mecha y le di un par de caladas.
No tiraba (era obvio).
Pero cuando la mecha llegó al cartucho me estalló en la cara.
No tenía derecho a quejarme, pero lo hice:
- ¡JODER! Quien lo iba a decir.
D.C.R. :
Ha decidido que la vida es más trágica sin caperucitas ni lobos y pretende perderse de nuevo en el bosque a robar cestas a desorientadas niñas, o niñas a confiadas cestas.