Necrópolis (1) -Buenos dias -la secretaria recogió el carnet de la interesada y comprobó su nombre en el ordenador- hombre, la famosa Linda Cordero
-Si, eso me temo -contestó ella mirando timidamente al suelo
-La he visto en la tele la semana pasada. Bueno será solo un segundo - dijo la secretaria a la vez que tecleaba en el ordenador
Linda cruzó los pies y miró distraidamente al techo.
-Mmmm.. me parece que tenemos un problema
-¿Que pasa? Tengo aquí el DNI si le hace falta- dijo rebuscando en su bolso
-No no, no es eso, más bien es de caracter... eh ...no se como explicarlo, en lo referente a su estado vital
-Técnicamente no estoy muerta, si es eso.
-Pues figura usted como fallecida
-Pero si tengo plena consciencia, y puedo andar y caminar perfectamente...
-Ya pero para el estado está usted muerta según parece, no podemos pagar el paro a una persona fallecida.
-¡Pero si estoy aquí hablando con usted!
-A los hechos me remito, veamos ¿Aún le late el corazón?
-Creo que eso no es lo importante. Lo importante es que a la vista está que no he fallecido.
La funcionaria se levantó y puso una mano en el pecho de linda -Ahá, no le late el corazón, con lo que a los ojos del estado usted está muerta. Por mucho que hable o baile si no le funciona no se le considera persona en vida.
-¡Pero es que necesito el dinero!
-¿Para que? ¿Para comer?
-Para vivir
-¡Ja! -resopló la secretaria
-Es una injusticia.
-Lo siento pero la ley es la ley- dijo ella trás sentarse - que tenga un buen día - le extendió el carnet a su dueña. Ella lo recojió secamente.
-Jodidos burócratas- sentenció Linda mientras se alejaba indignada.
De la que salia de las oficinas dos jovenes murmuraban:
-Es la zombi de la tele, vamos a pedirle un autógrafo.
D.C.R. :
Ha decidido que la vida es más trágica sin caperucitas ni lobos y pretende perderse de nuevo en el bosque a robar cestas a desorientadas niñas, o niñas a confiadas cestas.