-Mmmmm
Linda miró de reojo la expresión del médico.
-¿Y bien?
-Hombre, esta todo en su sitio. Bueno casi todo.
-Falta algo.
-Exacto, y lo creas o no es sorprendente, sé de gente que vive sin cerebro pero vamos es el primer caso que tengo de una persona sin corazón.
-No es usted el primero que me dice eso.
-Supongo, ya la he visto en la tele.
-¿Y un transplante? ¿Podría solicitar un transplante? No me importan las listas de espera tengo todo el tiempo del mundo.
-Pues es que volvemos al mismo tema, un transplante sería algo complejo, me refiero a que es algo que por lo general se realiza a los vivos.
-Joder, que yo estoy viva.
-Pero mirelo de este modo, tenemos a gente que necesita de ese servicio por razones de vida o muerte, no creo que vieran con buenos ojos que usted les robara la plaza.
Linda bufó, empezaba a estar harta de toda aquella murga.
-Hombre -continuó el médico- si le sirve de consuelo, exceptuando eso por lo demás está usted sanísima.
-Muchas gracias- dijo sin mirarle a la cara mientras recojía su abrigo. El médico, ajeno a ella, continuaba ojeando las radiografias y los papeles que tenía desparramados por la consulta.
-Pulmones, bazo, arterias, ningún problema óseo, ningún problema de colesterol, la verdad es que se nota que se cuida...
-Adios - farfulló ella en la puerta.
-Le enviare la factura a casa.
Linda cerró la puerta.
-Que te la page un vivo, cabrón.
D.C.R. :
Ha decidido que la vida es más trágica sin caperucitas ni lobos y pretende perderse de nuevo en el bosque a robar cestas a desorientadas niñas, o niñas a confiadas cestas.