Abrió los ojos y descubrió que no podía ver nada, trato de estirar los brazos y notó que estaban firmemente anclados a algo, al igual que sus piernas. Giró la cabeza a ambos lados y por el movimiento de su cabello fue consciente de que estaba tumbado. No llevaba ropa. El cuerpo le dolía, en extremo. Hasta los huesos. Supuso que tenía cicatrices o heridas profundas, pero no podía verlo. Gimió de dolor. -Vaya, estás despierto. La voz sonaba cercana. -¿Don.. donde e-estoy? Es difícil vocalizar cuando descubres de repente que has perdido dientes. -Mmm es algo complicado de explicar, puesto que tampoco sé mucho. Digamos que estás prisionero. -¿Quien er..es? ¿mi car-celero? -No, soy un prisionero, como tú. Bueno casi. -¿Casi? Tosió un par de veces, la voz esperó a que el silencio reinara de nuevo antes de volver a intervenir. -Si casi, es decir, soy un prisionero temporal, tengo un plan de huida. -Por... por favor. Ayu-dame a escapar. La habitación había empezado a hacerse mas visible, distinguía pese a la oscuridad reinante unos muros de ladrillo a ambos lados. -No es tán fácil, tu situación es mucho más complicada que la mía. -¿Por-que? -Porque tú estás encadenado. Hubo un momento de silencio. Observó que rodeando sus muñecas había unos grilletes desoladoramente solidos. A no ser que que arrancase las manos a tirones no podría soltarse. Supuso por la inmovilidad de sus piernas que también estaba atrapado a la altura de los tobillos. Las muñecas comenzaron a arderle de dolor, como si hasta ese mismo momento no fuese consciente de sus heridas. -Dio-s mio... La voz adoptó un tono mucho más serio. -Mira, a veces hay que aceptar las cosas como son, la privación de la libertad es el peor castigo, pero no tienes porque luchar si no existe salida alguna, rindete y punto. Moriras aquí eso te lo aseguro. Será mejor que te hagas a la idea. Mientras la voz seguía hablando, se se dió cuenta de que tenía algo apoyado sobre el torso. -Insisto, deja de luchar y concentrante en morir. Será lo mejor para los dos -sentenció la voz. Distinguió una jaula de metal sobre su cuerpo, a la altura del ombligo. -¿Quien ...e-res tú? En la jaula, sobre su cuerpo desnudo, algo se movía. -Un prisionero, ya te lo he dicho. Empezó a ponerse nervioso. -¿Y ..y co..mo pien-sas esca-par? ¿Cuál es tu pl-plan de hui-da? La rata asomó la cabeza por entre los pequeños barrotes de la jaula y contestó: -No te gustaría saberlo, creeme.
Antes, mucho tiempo ha uno se dedicaba a dirigir cortometrajes e idas de olla de variada índole.
También es verdad que para algo quedará medianamente bien había que pasar un suplicio editando de cinta a ordenador para según que cosas. Uno que es pobre tenía poco más que cámaras de video y algún cacharro de celuloide robado en el rastro.
Pero ahora, ahora esto es otra cosa, las cámaras de vídeo digitales pueden dar unos resultados espectaculares si se saben usar, y no es nada dificil la edición via pc. Hablo en lo artístico no en lo técnico (que por otro lado me la sopla bastante).
Total que aquí el que firma se haya a la espera de conseguir dinero para hacerse con una buena cámara y se plantea ya vender a sus familiares cercanos para ello.
Mientras tanto sigo escribiendo chorradas (al fin y al cabo el lenguaje visual y el escrito son diferentes y cada uno tiene sus trucos) y procuraré volver a lo que mejor se me dió nunca:
Los cómics.
...Y a la espera de que algún talentoso editor se fijé en mi y me pague unos royalities tipo Ken Follet.
O algo, queseyo. ¿Alguien conoce a alguien que viva de lo artístico solamente? me pregunto.
EL TORMENTO DE LA RATA: Sobresalía por su refinamiento. También fue utilizado por la Inquisición, pero su existencia se conoce desde los tiempos de la antiguo China. Consistía en colocar una rata sobre el abdómen del torturado, encerrada en un jaula abierta por abajo, mientras los verdugos la hacían rabiar con palos ardiendo, de forma que el animal tenía que buscar una salida y a mordiscos abría un túnel en las tripas del condenado, llegando, a veces, a salir por otro lado del cuerpo.
D.C.R. :
Ha decidido que la vida es más trágica sin caperucitas ni lobos y pretende perderse de nuevo en el bosque a robar cestas a desorientadas niñas, o niñas a confiadas cestas.