Todos los ahorcados... Los abusos sexuales no eran una novedad en el Oeste. Tratar de explicarles a un grupo de pistoleros ebrios y solitarios en la cantina que las damas merecían un respeto era como proclamar oficialmente que te gustaría tragar plomo por alguna vía alternativa al aparato digestivo.
Pero en este caso el crimen merecía un castigo.
La hija del Alcalde era intocable, por no mencionar que su pureza y castidad estaba fuera de toda duda.
De toda duda popular, porque aquella mujer que guardaba las noches empapada en licor y (según dicen) buscaba calor en la cama de los más odiados fojaridos con insultante frecuencia, tenía un asombroso parecido físico con la virginal hija del alcalde.
Y tampoco es que hubiera muchas mujeres en el pueblo.
Ni más de un burdel.
Pero ese no es el tema.
El tema es que el sheriff a modo de escarmiento había anunciado que colgaría en la plaza a la vista de todos al violador de la pureza de la dama.
Llegado el mediodía una gran multitud se presentó en la plaza. El alcalde hacía acto de presencia junto a las tablas de la soga y su primogénita contemplaba desde la ventana. El sheriff escoltó al condenado hasta la horca y con profesionalidad se la ajustó al cuello.
Se habían saltado incluso el protocolo de las plumas y el alquitran. Se ve que ciertas personas tenían prisa.
El propio Alcalde hizó los honores y abrió la trampilla.
Minutos después, tras las convulsiones, el cuerpo colgaba inerte.
Entre la multitud una persona apartó la mirada de la ejecución y la dirigió a la ventana de la Alcaldía. La recientemente vengada hija lo vió y sonrió. Esa persona le devolvió la sonrisa.
El sherrif encendió un cigarrillo y se quitó el sombrero ante el ahorcado, pero notó algo raro...
Su mirada observó el (o más bien la ausencia de) bulto en el pantalón. Aquí fallaba algo.
Inmediatamente le dijo al Alcade:
-Me parece que nos hemos equivocado de persona.
Entre la multitud la cara de una persona reflejó una enorme preocupación.
D.C.R. :
Ha decidido que la vida es más trágica sin caperucitas ni lobos y pretende perderse de nuevo en el bosque a robar cestas a desorientadas niñas, o niñas a confiadas cestas.