La sirena del barco resonó por todos los recovecos del mismo, la tripulación levantó la mirada por tercera vez y afinó el oido. Mientras tanto en su camarote el capitan encendía otro cigarro, nervioso. Le daba vueltas a su anillo de matrimonio que le agobiaba desde el dedo en el que estaba alojado. -¿Y porque no me lo dijiste? - protestó ella La volvió a mirar, pero no dijo nada. -¿Ya estabas casado aquella noche, no? El capitan suspiró. -Solo fue una noche, no es necesario sacar las cosas de quicio. -¡Pero me hubiese gustado saberlo! -Sabias que no nos volveriamos a ver, no mientas. Ella se recogió el pelo. Lo miro con odio. -Yo te busqué, y al final te he encontrado. -Yo no quería encontrarte. -¡Pero me pescaste! -¡De casualidad!, todo eso ocurrió hace mucho... yo casi te había olvidado. Ella barrió la mesa del capitan con la cola, tirando todo lo que había sobre ella al suelo. Después, chilló: -¡Pero yo a tí no! La Sirena del barco resonó por todos los recovecos del mismo, la tripulación levantó la mirada por cuarta vez y afinó el oido.
D.C.R. :
Ha decidido que la vida es más trágica sin caperucitas ni lobos y pretende perderse de nuevo en el bosque a robar cestas a desorientadas niñas, o niñas a confiadas cestas.